Su historia cuenta. Zambrana, un fiel hijo de Puerto Suárez
Es un eterno enamorado de su tierra natal. Fue alcalde e impulsor de la provincia Busch
Walter Coria Peinado. Pto. Suárez
Quisiera ser aceptable en mi relato, fueron las primeras palabras de don Mario Zambrana Colombo antes de empezar a contar que tuvo una niñez como la de todo muchacho, criado en los pueblos pequeños. “Aquí nací, en Puerto Suárez”, relata. En medio de esa vida de pueblo, reconoce que un pasaje marcó su vida: fue cuando conoció a los confinados políticos el año 1946, después de la muerte de Gualberto Villaroel. “Estuvieron acá, en Puerto Suárez, alrededor de 50 personas, todos ‘movimientistas’. Tal vez ahí comencé a entender la vida del político”, afirma. En aquel tiempo, este era un lugar de verdad inhóspito, pero teníamos un estuario hermoso que era nuestra laguna Cáceres, donde la gente se refugiaba para defenderse del calor y de los mosquitos, comenta.
Lidiar con la pobreza no era exclusivo de la familia Zambrana, sino de todos los que habitaban la zona. “Recuerdo la precariedad de la escuela Miguel Suárez Arana, que fue construida el ano 1936. Yo alcancé sus aulas el año 1942, luego pasé al colegio secundario Felipe Leonor Ribera, que tenía como creador al profesor José Eliodoro Paz y como director a un gran constructor de juventudes, el profesor Félix Bascopé Gonzales”, cuenta.
De a poco y con el impulso de muchas personas, Puerto Suárez comenzó a crecer. Recuerda nombres como el de Mario Ibáñez, que fue fundamental para el colegio Felipe Leonor Ribera y más tarde se convirtió en un impulsor de la creación de la provincia Germán Busch.
Después de concluir la secundaria, Zambrana se trasladó a La Paz. Estuvo en el Colegio Militar, allá por el año 1956. Tuvo un vacío, lo castigaron y retornó a su natal Puerto Suárez. Estuvo en el cuartel y luego, en 1958, volvió a La Paz. Una trifulca con un oficial determinó que fuera dado de baja y no pudo ingresar a ningún otro instituto militar, así, los planes que tenía de ingresar al Colegio Miltar, en Santa Cruz, quedaron cerrados. Tuvo que empezar a trabajar, fue portero del Correo, aprendió la vida del oficio público con don Rodolfo Justiniano, la señora Enma Inchauste y la funcionaria Hortencia Trigo, afirma. Poco después trabajó en la Aduana, en la Renta, fue profesor y conoció muchas reparticiones públicas.
Zambrana también se enroló en la arena política, postuló al Senado como suplente pero no tuvo oportunidad de ocupar el cargo. “No me pesa, aunque sufrí porque no fui de los políticos adulones”, comenta. Esta experiencia sirvió para emprender la tarea de crear la provincia Busch.
En la entrevista hace un alto y nos dice: “Los brochazos cívicos de mi vida están como los saltarines, por todas partes, y una juventud atormentada por los pasos políticos.” El tiempo no se detuvo para él, interesado en ser algo de su pueblo, la perseverancia lo impulsó y llegó a ser alcalde municipal de su tierra natal; fue gestor de varias obras, construyó una estación de servicio, compró algunas movilidades, tenía un matadero, la plaza de Conavi, la plaza central 10 de Noviembre, y arregló todas las calles con tierra blanca y adquirió una motoniveladora.
En su oficina muestra una fotografía y dice: “Aquí guardo este retrato (nos muestra la imagen de la motoniveladora) en mi pequeño reducto de trabajo, no todo es de sabor a miel de abejas, me acuerdo de las cosas difíciles que tuve en mi vida que las fui superando”, dice. Tuvo una labor destacada en las relaciones amazónicas entre Paraguay, Brasil y Bolivia, que para Puerto Suárez fue un punto alto. Recuerda que se tocaron temas fronterizos y de integración donde había dificultades pero no invencibles.
